Coplas a la muerte de su padre, 1947
(Estrofas escogidas)
Recuerde el alma dormida
avive el seso y despierte
contemplando
como se pasa la vida
como se viene la muerte
tan callando;
cuan presto se va el placer,
cómo, después de acordado
da dolor;
cómo, a nuestro parecer,
cualquier tiempo pasado
fue mejor.
Nuestras vidas son los ríos
que van a dar en la mar,
que es el morir;
allí van los señoríos
derechos a acabar
y consumir;
allí los ríos caudales,
allí los otros medianos
y más chicos,
allegados, son iguales
los que viven por sus manos y los ricos.
Ved de cuán poco valor
son las cosas tras las que andamos
y corremos,
que, en este mundo traidor,
aún primero que muramos
las perdemos.
Los placeres y dulzores
de esta vida trabajada
que tenemos,
no son sino corredores,
a la muerte, la celada
en que caemos.
No mirando a nuestro daño,
corremos a rienda suelta
sin parar;
hasta que vemos el engaño
y queremos dar la vuelta
y no hay lugar.
Partimos cuando nacemos,
andamos mientras vivimos,
y llegamos
al tiempo que fallecemos;
así que cuando morimos,
descansamos.