Nota de la autora sobre El silencio de los Abedules Responder

 

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Nota de la autora, Carmen Garcia Guadilla, sobre la novela histórica El silencio de los abedules, Editada por Editorial Kálathos, Madrid, 2020.

«Nací en una casa donde mi abuela paterna me decía frecuentemente: “en esta misma calle, al final, se hallaba la primera universidad de España”.[*] Tenía pocos años y no podía imaginarme lo que era una universidad. El destino hizo que mi vida se desarrollara muy lejos de ese país. Sin embargo, por azar, mi actividad profesional evolucionó en el campo del estudio comparado de las universidades. Después de escribir varios libros académicos sobre estas instituciones, me interesé por conocer y escribir cómo había sido la universidad a la que mi abuela se había referido.

Escogí la opción de utilizar la obra de los historiadores para escribir la presente novela histórica. Sin embargo, en la revisión historiográfica, me encontré con falta de consenso en relación a algunos hechos importantes incluidos en la trama de la novela. De ahí que decidí escribir el texto introductorio sobre los manuscritos convencida de que una novela nunca podrá solventar la falta de acuerdo entre los historiadores.

En cuanto al peso de la ficción, quisiera referirme a dos asuntos. El taller de copistas de Palencia es una invención, una manera de hacer referencia a los talleres de copistas que abundaron en Castilla en esa época, especialmente en Toledo; a la vez, es un homenaje a la imprenta de esa ciudad en la cual trabajaba desde muy joven, Eusebio, mi padre. Cuando niña, era una magia ver la destreza con que se manejaban las letras de plomo en el linotipo, allí descubrí el milagro de cómo se hacían los libros. En Frómista no se encontró ningún manuscrito, como han podido suponer, ha sido una referencia a la importancia histórica de los judíos, a la vez que un homenaje a mi madre, Domiciana, quien nació en ese pueblo. El memorable París descrito en la novela es una referencia a las huellas que dejó el efervescente ambiente intelectual de mis años de estudiante. Würzburg ha sido la ciudad que, de todas las que conocí en Alemania, se impuso en mi mente para que fuera allí donde naciera Jünger.

Tuve dudas en cuanto a incluir o no la considerable bibliografía que consulté. Los pro se sostenían en que le daba seriedad a la novela; los contra se apoyaban en que una novela, aunque fuera histórica, no necesitaba registro bibliográfico. Me incliné por esta última opción, aunque, como es posible darse cuenta, algunos personajes ficticios llevan nombres de autores consultados, a manera de reconocimiento. Los versos, que van entre comillas son extraídos de obras conocidas y, por tanto, evidente el origen; lo mismo que algunas de las frases encomilladas, probablemente parafrasean pensamientos ya escritos otras veces. Tiene, pues, mucho sentido la frase de uno de los personajes de esta novela: los libros que tratan los mismos temas forman parte de una cadena donde la generosidad y la creatividad, junto con la honestidad, permiten que todos se entrelacen y enriquezcan.

Entre los agradecimientos quisiera mencionar a las personas que me atendieron en las bibliotecas de Palencia, Biblioteca Nacional de París, y la IAU (International Association of Universities), afiliada con Unesco, donde existe el más importante acervo de historia sobre la universidad europea.

Por los aportes recibidos a través de sus valiosas críticas y observaciones, quiero subrayar mi gratitud a María Antonia de Miquel, del Ateneo Barcelonés de España, especialista en novela histórica, y a la escritora y muy querida profesora de literatura de la Universidad Central de Venezuela, María Fernanda Palacios.

Agradezco a mi compañero Gregorio Castro, quien valoró siempre con entusiasmo mi afán por escribir sobre un tema tan lejano en el tiempo, pero a la vez tan cercano a mis intereses y memorias. Varios amigos profesores leyeron las primeras versiones, Vladimir Acosta, Gabriela Bronfenmajer, Pablo Peñaranda, José Moreno, Naty García Guadilla, Consuelo Iranzo, Yraima Camejo, Yoston Ferrini, Marisela Padrón, María Pilar García Guadilla, Danilo López, Rosa Celi. De cada uno de ellos llevo en mi memoria sus valiosas aportaciones.

Por último, quisiera señalar la satisfacción que he sentido al escribir esta novela. Desde que comencé a realizar estudios sobre la universidad actual, me hacía la siguiente pregunta: ¿Qué pudo haber pasado en los primeros siglos del segundo milenio en Europa, para que, de manera simultánea en países diferentes, surgieran estas complejas instituciones del conocimiento, que han perdurado hasta la actualidad y que se han expandido por todo el mundo? Pues bien, la novela me permitió adentrarme en la historia del origen de las universidades y en el ambiente intelectual de ese período histórico. Pero, sobre todo, me permitió hacerlo acompañada de un personaje entrañable, de Jünger, un estudiante alemán apasionado por el conocimiento, quién, con sus lecturas, supo entender lo relativo de la brevedad de la vida. Esta inmersión en la ficción y la historia me resultó una tarea sumamente estimulante y atrayente. Por tanto, el mayor agradecimiento es para mi abuela por haberme señalado, de manera entusiasta, que nací en la misma calle donde, hace muchos siglos, se hallaba la primera universidad de España.

[*] Actualmente se llama Calle Mayor Antigua.

 

La producción académica, con todos los libros en acceso abierto, se encuentra en el Blog Académico: http://www.carmengarciaguadilla.com )

Twitter: @cgguadilla

Contacto: carmen.garcia.guadilla@gmail.com

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