Un caso emblemático de talento médico emigrado (Carmen García Guadilla)

imageMe produce gran satisfacción reseñar casos de personajes que llegan a destacar en su profesión con grandes esfuerzos. Una noticia reciente de gran reconocimiento en una revista extranjera sobre el doctor Igor Palacios, me hizo recordar la enorme deuda que mi familia tiene con este médico. Conocí al Dr. Palacios en 1995, cuando acompañé a mi esposo a que lo tratara pues tenía muy mal pronóstico en Venezuela. Una amiga nos recomendó a “un médico venezolano que trabajaba en Boston y que había oído era uno de los mejores del mundo”. Pude averiguar en aquel entonces que el lugar donde trabajaba este médico era el Hospital General de Massachusetts (MGH por sus siglas en inglés), el más viejo hospital de los no lucrativos (“nonprofit and voluntary”) de Estados Unidos (fundado en 1881), afiliado a Harvard Medical School. Actualmente Igor Palacios, Director del Laboratorio de Cateterización Cardíaca y del Departamento de Cardiología Intervencionista del señalado hospital, ha sido elevado a la categoría de Profesor Titular de la Universidad de Harvard.

Encuentro con el renombrado médico en 1995

Los amplios jardines del MGH presentaban a comienzos de Julio de 1995 un inequívoco aspecto veraniego. Caminamos atravesando jardines bajo la sombra de grandes árboles buscando el consultorio. Una de las enfermeras al escuchar que buscábamos al Dr. Palacios hizo referencia a la suerte que teníamos, pues en el hospital era reconocido como el médico de los “Golden Fingers” (Dedos de Oro). Cuando llegamos al consultorio la secretaria nos hizo entrar antes de que él llegara, momentos durante los cuales pude observar los títulos en las paredes: varios diplomas y premios de instituciones académicas y profesionales de Estados Unidos. Pero mi vista se detuvo con orgullo en el diploma que tenía más visibilidad, pues estaba ubicado en el centro y ocupaba bastante espacio, era el título de médico Magna Cum Laude, de la Universidad Central de Venezuela (UCV), de fecha 1969.

Experimenté regocijo y sentimiento de confianza, como cuando se encuentra un rincón familiar en medio de un ambiente totalmente ajeno y desconocido. Este sentimiento fue reafirmado cuando el Dr. Palacios apareció en el consultorio, cortando distancias con una cálida e inteligente mirada y un aspecto trigueño muy venezolano, nacido en la misma parroquia de San Juan donde nació mi esposo en la ciudad de Caracas; ambos con edades alrededor de los cincuenta. En aquel momento pensé: tan cercanos en los orígenes y tan lejos que tuvieron que venir para encontrarse; el uno como paciente, el otro como uno de los iniciadores a nivel mundial de las técnicas de dilatación arterial en el campo de la cardiología terapéutica. Ahí fue cuando tuve la idea de solicitarle una entrevista, cómo caso de “fuga de talentos”. La intervención de mi esposo fue exitosa y el Dr. Palacios, a pesar de su escaso tiempo, me concedió la entrevista. Han pasado 18 años de la misma, la cual fue publicada en la Revista Agenda Universitaria de la UCV. Al volverla a leer constato que los planteamientos tienen mucha más vigencia en la Venezuela de hoy que hace 18 años.

Este caso nos permite reflexionar sobre varios aspectos. Uno de ellos es la dramática dificultad que tienen frecuentemente nuestras universidades en absorber a los mejores egresados de sus propias instituíciones y la consecuente fuga de talentos que ello implica, aún en personas que hubieran preferido regresar. Ahora bien, este caso también permite observar la importancia que tiene la actitud de la persona que se  queda fuera, en establecer vínculos valiosos con el espacio del cual salió, dando lugar a la dinámica positiva de «circulación de conocimientos», lo cual implica que no siempre todo es pérdida para el país de origen, pues hay casos, como éste, donde se generan dinámicas de ganancia a través de actividades de cooperación a distancia. Ahora bien, para que esto suceda, es fundamental la actitud de la persona emigrada, así como las facilidades institucionales de recepción del conocimiento del país de origen. Si no fue posible recibir en condiciones adecuadas al que fue a especializarse, al menos que sea posible, en la distancia, aprovechar los conocimientos del emigrado.

A continuación se reproduce parte de la entrevista realizada en 1995.

La decisión de partir y las facilidades de hacerlo

Por el hecho de haberme graduado Magna Cum Laude, la Universidad Central de Venezuela me otorgó una beca por un año para completar mi formación. La utilicé para realizar algo que para mí había sido un sueño: venir al MGH, que es la cuna de la cardiología americana. Fui aceptado en enero de 1994 para trabajar con el cardiólogo fundador de la Escuela de Cardiología de este hospital.

La experiencia de investigación y la decisión de prolongar la estadía

– El primer año fue muy duro tanto por el idioma como por las costumbres. Pero al final del año no solamente había culminado el trabajo de investigación que me había propuesto, sino que además había comenzado otro que tenía que ver con la forma como se relaja el corazón cuando le falta sangre, esto es, cuando el paciente tiene angina. Con este trabajo gané el premio como el Joven Investigador del Año. Indudablemente que este éxito me abrió las puertas para quedarme en los Estados Unidos.

El dilema “quedarse o regresar”

-Sin embargo, mi idea era regresar a Venezuela a trabajar en el laboratorio de Hermodinamia del Hospital Universitario de la UCV y, de hecho, hice dos intentos. El primero fue al terminar mi segundo año de estar aquí, después de concluir el trabajo de investigación. Pero en esta oportunidad la UCV no tenía un cargo permanente para mi; solamente podían ofrecerme un cargo de Instructor a medio tiempo, mientras que mis jefes inmediatos en el MGH me ofrecieron un cargo a nivel de staff. El segundo intento de regreso se realizó tres años después. Me ofrecieron el cargo de profesor contratado con carácter de Agregado en la UCV para comenzar investigación en fisiología cardiovascular en el Postgrado de Cardiología del Hospital Universitario. Pero lamentablemente no supe nada concreto sobre el ofrecimiento por dos años, hasta que me enteré que la UCV había congelado la categoría de profesor contratado. Para aquel momento ya trabajaba como profesor en la escuela de medicina de Harvard y además tenía muchas satisfacciones profesionales en el MGH.

Lo logrado como médico, profesor y científico en un país extranjero

– Llegué en poco tiempo a Profesor Asociado de Medicina de Harvard y Director del programa de Cardiología Intervencionista de Hermodinamia del MGH. Este es un programa muy competitivo, probablemente hoy en día se encuentre entre los mejores del mundo. Hacemos alrededor de 1.200 procedimientos de angioplastia coronaria por año, incluyendo stens, esteroctomía, restauradores, etc. Además, es un centro académico que no solamente hace trabajos clínicos sino que también se encarga de responder preguntas de tratamientos y de mecanismos de enfermedades cardiovasculares.

La relación con América Latina en general y con su país de origen en particular

He mantenido contactos directos con América Latina y he tratado en lo posible de colaborar, no solamente en la formación de médicos y de personal paramédico, sino también he facilitado que especialistas de otros países, especialmente de América Latina, se integren a trabajos de investigación del programa que dirijo. Tengo relaciones muy estrechas con grupos de cardiólogos de varios países de la región, entre ellos, Venezuela, Argentina, Colombia, Brasil. En Europa con España e Italia principalmente.

– Uno de los proyectos más importantes realizados en colaboración con investigadores de otros países, fue el realizado en el Hospital Universitario de la UCV, en el programa de Valvuloplastia Mitral. Este es un procedimiento donde se usan balones para abrir las válvulas mitrales estenosadas. Fue en esa institución venezolana donde se comenzó esta técnica que hoy en día se usa ampliamente en el mundo. También he realizado algunos trabajos en conjunto con científicos venezolanos que se ocupan sobre problemas del mal de Chagas.

– Asimismo en otros países de Latinoamérica he realizado varios trabajos de investigación con el grupo del Hospital Michelena de Argentina, en cuyo centro soy Consejero de Investigación. He sido muy receptivo y he mantenido mis brazos abiertos para toda persona de Latinoamérica y del mundo que quiera venir a pasar un tiempo en el Hospital observando lo que nosotros hacemos. Muchos de los especialistas que han venido los hemos integrado a trabajos de investigación conjuntos.

– Dentro de este interés de establecer relaciones con América Latina, se ha creado la Sociedad Latinoamericana de Cardiología Intervencionista. A finales de julio de 1995 se realizará una reunión en Sao Paulo con el objetivo de programar trabajos de investigación conjuntos. Esta es una sociedad que incluye todos los países latinoamericanos, desde Argentina hasta México, con la idea de programar trabajos de investigación multicéntricos a nivel mundial. También es un mecanismo para lograr formar especialistas de los países que no tienen acceso a las tecnologías más modernas.

El problema de la medicina cardiovascular en América Latina

– Los médicos latinoamericanos son excelentes. Tienen buena formación y por lo tanto creo que pueden aplicar todos los procedimientos que se realizan en los Estados Unidos. El problema radica fundamentalmente en el acceso a la tecnología de punta. La tecnología médica actual es muy costosa y la mayoría de las veces los hospitales públicos de nuestros países no tienen posibilidad de adquirirla y, por lo tanto, no están en condiciones de hacer el tipo de intervenciones que se hacen es estos países.

Posibles soluciones a la tecnología de alto costo

– Todos los grupos relacionados con los problemas médicos tienen que tomar mayor conciencia de cuáles son los problemas de salud de sus países. Las organizaciones gubernamentales, los colegios médicos, el gremio médico, los organismos no gubernamentales, todos, deben trabajar mancomunadamente en lograr que las nuevas tecnologías puedan llegar al mayor número de personas. Indudablemente que hay países que están más avanzados que otros, especialmente los que mejores condiciones socioeconómicas tienen. Pero mi experiencia trabajando en muchos de estos países es que se pueden realizar trabajos coordinadamente tanto en a aplicación de los conocimientos médicos como en la investigación.

Experiencia de un latinoamericano en un “centro de excelencia mundial”

– Los centros de excelencia son centros muy competitivos. Sobrevive aquel que trabaja y produce seria y duramente. Creo que las personas que vienen becados a los Estados Unidos, con la idea de mejorar su formación, generalmente trabajan más duramente que cualquier otra persona de aquí. Por otro lado, en Estados Unidos hay mucho respeto por las personas que trabajan y producen. El que yo haya llegado a Director de Cardiología Intervencionista del MGH es una prueba de que los latinos y otros especialistas de países menos avanzados pueden llegar a posiciones importantes.

La experiencia fuera del país: “se pierden algunas cosas pero se ganan otras”

– Creo que si hubiera tenido la oportunidad de irme a Venezuela en los dos primeros años después de mi estadía en Boston, probablemente estuviera muy feliz trabajando en la UCV, especialmente en el Hospital Universitario dentro del Postgrado de Cardiología; pero seguramente no hubiera tenido la posibilidad de estar expuesto a todo lo que hice aquí y de lo cual me siento muy satisfecho profesionalmente. Pero por otro lado, aquí me falta la familia y el sentimiento de estar en el propio país. Creo que se gana algo y se pierde algo. Pienso que el periodo crítico generalmente es de dos a tres años. Si una persona no regresa a su país en dos o tres años, comienza a vivir el problema de la sobreespecialización que cada día es más fuerte. Cuando uno se va metiendo en esta área especializada de la medicina y con ello el manejo de tecnología sofisticada correspondiente a las investigaciones de frontera, se convierte en una persona sobreentrenada que va tener problemas cuando regresa a su país.

El nuevo rol de los talentos ubicados en centros de excelencia de países avanzados

– En mi caso particular no estoy descontento de la forma como el destino decidió por mí. Sin embargo, representa un desafío importante serle útil a mi país y América Latina en general; y pienso que ese es también el caso de los otros latinoamericanos que se encuentra en Estados Unidos. Uno tiene ahora otro papel, ya que si uno no pudo contribuir directamente en su país o su región, sí puede contribuir indirectamente por otros medios. Por ejemplo, es un reto permanente para nosotros el poder servir de puente entre los dos mundos médicos, especialmente en el medio académico, al poder facilitar intercambios en la investigación y sobre todo en la formación de los futuros médicos de nuestros países. Por lo tanto, aquí estamos dispuestos a ser útiles a nuestros países de origen.

P.D. La entrevista completa se encuentra publicada en la Revista Agenda Académica, UCV, Vol. 3, No. 1, 1996.