Adolfo, el «Leonardo da Vinci» de Colinas de Bello Monte (Carmen García Guadilla)

Caracas desde la terrazaCierto que Caracas es caótica, con una osadía que le sale por los poros. Exuberancia no le falta (de la buena y de la mala). Sin embargo, Colinas de Bello Monte puede ser el paraíso cuando la mirada se pierde en las rutas bendecidas por los fastuosos arboles por los que se cuela la ciudad con su trasluz tintineante.

 Pues bien, los que vivimos en estas colinas, entre los ramales intermedios, tenemos una suerte que pocas personas tienen en cualquier ciudad grande: conserjes que, con el tiempo, son nuestros amigos. La sonrisa de Myriam no es falsa, le pertenece a su naturaleza (puro llano venezolano). La seriedad de Adolfo es tranquila, haciendo alarde de su tierra (Ecuador). Aparte de ocuparse del edificio, tienen tiempo para otros menesteres que, para sorpresa de muchos de nosotros, saben hacer con notable calidad. Hoy solo me voy a referir a Adolfo, quien desde que llegué a este edificio me sorprendió por su versatilidad en los oficios que realiza. No exagero si digo que sabe de todo, y si no sabe, pero le encuentra interés, lo aprende rápidamente. Es nuestro Leonardo Da Vinci: inventor, pintor, costurero, carpintero, jardinero, plomero, electricista, chofer. Todo ello con estilo, con imaginación y con arte. Usa lentes y un sombrero que resalta sus aires de artista. Le gusta plantar hermosas flores en el estacionamiento y alrededor y a lo largo de la acera del frente del edificio. Cualquiera que pase por la Calle Caurimare, en Colinas Bello Monte, podrá ver la hilera de flores silvestres delante de uno de los edificios entre alguno de los ramales…