Mi pequeño homenaje a Mandela (Carmen García Guadilla)

IMG_0216

cgg en patio Robben Island

Mi homenaje a Mandela comenzó hace más de año y medio, cuando no dudé en poner el título de INVICTUS al blog personal que quería crear, para diferenciarlo del blog académico que había creado con anticipación. Algunas personas se extrañaron del título del blog personal. Hoy ya nadie lo dudaría. Los homenajes emocionados y de admiración que ha recibido Mandela de todas partes del mundo confirman el valor de quien supo hacer del Perdón (que no el Olvido) y de la Reconciliación, el paradigma de la Liberación.

 El momento en que fui tocada por el torrente humano de Mandela fue en un viaje a Sudáfrica en el año 2000. Ya su legado flotaba en el aire en cualquier lugar que uno visitara desde Ciudad del Cabo hasta el Cabo de Buena Esperanza, lugares que visité como invitada de la Universidad de Cape Town.

 Era la primera vez que iba a ese continente lleno de misterio, pues el único contacto africano que tuve en mi infancia fue una bella muñeca negra que se llamaba Tanganika. Me la regaló una monja misionera en mi colegio de la Castilla profunda. Con el tiempo cuando, por primera vez, tuve la oportunidad de ver una foto de Mandela, reconocí la sonrisa del África que había visto en la familia negra de mi esposo. Recuerdo que en los días antes de mi partida para Sudáfrica mi esposo soñó con los Zulúes, y yo, de forma ligera, lo interpreté como un sueño arquetípico queriéndole señalar el origen de sus ancestros. Así, en cierta forma decidí, quizás inconscientemente, que iba a un lugar donde me unían algunos vínculos. Este sentimiento de familiaridad, no sé por qué, también lo sentí al entrar en la Ciudad del Cabo un atardecer. Los colores y aromas, las montañas, la costa que bordea el mar, los tejidos llamativos de negras con sonrisa de Africa en sus apacibles rostros, la alegría exuberante  de los pueblos multirraciales que se tutean.

 El encuentro con Mandela (sin Mandela) fue en la cárcel de Robben Island, la pequeña isla enfrente de Cape Town. Al ver su diminuta celda me alegró observar que, por lo menos, había una ventana, por donde podía pensar mirando al cielo (pensé). También había un patio donde los presos hacían sus ejercicios.

 En uno de los bancos de ese patio, donde tantas veces se ha debido sentar Mandela a descansar y pensar, tuve el privilegio de sentarme yo también (ver foto). En solitario recé y deseé, con toda la fuerza de mi corazón, que Venezuela tuviera la suerte de Sudáfrica. Lo hice con la fe que otorga el espacio de lo posible cuando las ideas todavía no se han hecho realidad (estábamos en el año 2000).

 Sin embargo, pasado un tiempo, en Venezuela se fue creando una terrible separación que cada vez se hace más pesada. Aunque todos estamos implicados, es desde el Poder desde donde debe darse el ejemplo. Al menos eso nos mostró Mandela. Para los que no estamos en el Poder, también Mandela nos señaló un camino: la Paciencia, acompañada de Tolerancia, junto con el Compromiso indeclinable hacia el país; pero sobre todo, nos enseñó la importancia de mantener la Dignidad frente al Poder arrogante. Con estos principios se preparó Mandela durante muchos años para que Sudáfrica tuviera un destino honroso, donde la tolerancia reinara sobre la violencia, donde el perdón y la reconciliación garantizaran una liberación verdadera. Ojalá que llegue pronto el día en que en Venezuela surja, sino un Mandela (que Dios regala sólo de vez en cuando), al menos alguno que sea parecido.

 En el blog INVICTUS, donde está insertado este texto,  se encuentra el siguiente párrafo como descripción de lo que significaba para mí Mandela, en el momento que diseñé el blog hace año y medio:

 “El enfrentamiento al sistema terriblemente discriminatorio y opresivo que caracterizaba el apartheid de su país, no lo hizo recurriendo al odio, capitalizando así la ira, como se ha hecho en distintas épocas históricas (ver Peter Stoterdijk, Ira y Tiempo, 2006) y se sigue haciendo actualmente bajo distintos ropajes, sino que Mandela tuvo la grandeza de liberar tanto al oprimido como al opresor. Tendió una mano a quienes lo habían humillado, perseguido y condenado, en aras de liberar a los oprimidos que eran mayoría”